domingo, diciembre 8, 2024
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COAG y CNA exigen a Bruselas una agenda ibérica para afrontar los efectos del cambio climático en el campo español y portugués

Encuentro hispano-luso en Madrid para definir las prioridades agrarias de cara a la Presidencia española de la UE

  • Ambas organizaciones han suscrito un manifiesto en defensa de la agricultura familiar y profesional de España y Portugal.
  • Señalan como vital y estratégico el relevo generacional en el campo.

La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) y la Confederação Nacional da Agricultura (CNA) de Portugal han mantenido un encuentro en Madrid para definir las prioridades agrarias de cara a la Presidencia española de la UE, que empieza oficialmente el próximo sábado.

En el actual contexto, ambas organizaciones han coincidido en la necesidad de reclamar en Bruselas una agenda ibérica para afrontar los efectos del cambio climático en las explotaciones agrarias de España y Portugal y exigen que los fondos deben llegar rápidamente a los agricultores, en particular a los de pequeña y mediana dimensión. Además, piden que la Presidencia española de la UE se fije como prioridad la incorporación de jóvenes al sector agrario. “Es vital y estratégico potenciar el relevo generacional en el campo para garantizar una producción sostenible de alimentos y el desarrollo económico, social y medioambiental del medio rural”, han subrayado.

 

COAG y CNA han suscrito un “Manifiesto en defensa del modelo de agricultura familiar, social y profesional de España y Portugal”:

  • Consideramos a la agricultura, la ganadería y la alimentación como elementos estratégicos, tanto desde el punto de vista económico como social y ambiental, así como para garantizar la seguridad alimentaria en nuestros países y en Europa, algo que se ha demostrado con la pandemia Covid-19. Hasta ahora, con muchos esfuerzos de los productores, el aprovisionamiento de productos agroalimentarios se ha mantenido estable, pese a perturbaciones como la pandemia o el incremento inédito de costes de producción.  Los agricultores y agricultoras, españoles y portugueses, hemos sido capaces de mantener un suministro estable y diverso de alimentos de la mayor calidad y seguridad alimentaria.  La seguridad alimentaria en nuestros países se ha demostrado que es una realidad que no está garantizada. Incluso algunos países y responsables políticos e institucionales han descubierto ahora la soberanía alimentaria como estrategia de futuro, algo que nuestras organizaciones vienen planteando desde hace décadas.
  • A la vez, constatamos que la actividad agraria en España, Portugal se tiene que enmarcar en un modelo determinado, el Modelo Profesional y Social y de Agricultura Familiar, que COAG y CNA defienden y representan, mayoritario, que conforman los hombres y mujeres del campo que trabajan directamente y con sus familias sus explotaciones y donde obtienen su sustento. Este modelo contribuye al equilibrio territorial, participando en la conservación del medio ambiente, y en definitiva es clave para el mantenimiento del tejido socioeconómico de las zonas rurales, así como base para la construcción de un sector agroalimentario para la soberanía alimentaria.
  • Paradójicamente, a pesar de todo lo que ofrece a la sociedad, nuestro modelo de agricultura se encuentra debilitado y en decadencia, con descensos en la renta agraria, desmantelamiento de la actividad productiva en amplios sectores y territorios, descensos de producción, cierre de explotaciones y pérdida de empleo, envejecimiento de los agricultores/as… Hasta ahora la política agraria, comprometida a contribuir para la concentración de la propiedad y de la riqueza, no ha tenido la voluntad de revertir este declive continuado.
  • En los próximos años, este modelo de agricultura se enfrentará a nuevos desafíos y exigencias adicionales. La agricultura deberá garantizar en primer lugar el derecho a una alimentación sana para todas las personas, ante una población global creciente, mayores costes y mercados más volátiles, es decir, la seguridad alimentaria y en un contexto de soberanía alimentaria; en segundo lugar, esto deberá hacerlo de forma sostenible, preservando el medio ambiente, la biodiversidad, el agua, el suelo, el aire y contribuyendo a la mitigación del cambio climático (a la vez que se adapta a sus adversos efectos en la producción); en tercer lugar intentando ser más eficiente en el uso de los recursos, para lo que necesitará recurrir a la innovación y especialmente, en el caso de la energía, a fuentes renovables, usando métodos agroecológicos adaptados a las realidades edafoclimáticos; y en cuarto lugar, deberá hacer frente a los procesos de integración de la cadena alimentaria, el poder desmedido de la gran distribución que aplasta los precios de producción, y la implantación de macro-explotaciones en manos de grupos de inversión que representan un modelo ajeno al nuestro , lo que amenaza la continuidad de la explotación agraria profesional independiente (uberización).
  • Ante estos retos ambiciosos resulta lamentable un recorte de los fondos agrarios que supone una pérdida del 12% del poder adquisitivo aprobado en el último marco financiero de la UE, en un escenario de nuevas exigencias dentro del Paquete Verde, que supondrá mayores costes para agricultores y ganaderos.

En este contexto COAG y CNA reivindican:

  1. Unos precios justos y unas rentas dignas para los hombres y mujeres del campo, con mecanismos de gestión y regulación de mercado. En caso contrario no hay sostenibilidad. Para ello han de abordarse el reequilibrio de la cadena de valor y la competencia con terceros países, más allá de un mejor reparto de las ayudas. Igualmente, será fundamental contar con mecanismos inmediatos que afronten las situaciones de crisis, bien dotados y financiados al margen de las ayudas directas. Asimismo, habría que recuperar el principio de preferencia comunitaria frente a las importaciones sin control.

Tenemos que exigir que todos los productos que entren de terceros países se equiparen a los estándares de producción de la UE, tanto a normativas de bienestar animal, regulaciones de fitosanitarios, normativas medioambientales (nitrógenos ganadería) obligaciones laborales, etc.

  1. Si utilizan sistemas de producción prohibidos en la UE, rechazar la entrada y puesta a disposición de los consumidores dentro de la UE.
  2. Si lo que incumplen son normativas laborales, fiscales, etc. con respecto a nuestras regulaciones (no las de sus países de origen), hacerles pagar tasas arancelarias cuyos importes se destinarían a un fondo anti-crisis de gestión estatal para cada sector afectado.
  3. Disponer de un período de adaptación para asumir los importantes cambios que se producirán, con un apoyo importante tanto en ayudas como en inversiones, formación y asesoramiento. Los agricultores y ganaderos son protagonistas de la lucha contra el cambio climático y liderarán el compromiso por un modelo agroalimentario sostenible, pero no podrán asumirlo si no se revisan todos los tratados de libre comercio con terceros países, estableciendo el principio de la soberanía alimentaria y condicionando las importaciones.
  4. Un abanico de actuaciones en lo que concierne a los costes de producción, cuya tendencia al alza ha reducido la rentabilidad del sector los últimos lustros. En este aspecto es imprescindible apoyar inversiones para reducir la dependencia energética de las explotaciones agrarias y favorecer el uso de energías renovables y también para avanzar en la transformación digital de las explotaciones agrarias. La transformación digital es un gran reto para el sector agrario, con grandes oportunidades, pero también riesgos y amenazas para nuestro modelo de agricultura y alimentación, que en última instancia puede provocar una fuerte reconversión. En COAG y CNA tenemos claro que, cuando hablamos de transformación digital, hablamos de situar al agricultor/a en el centro del proceso y convertirlo en protagonista del mismo. Para ello es imprescindible garantizar un uso democrático y social de las nuevas tecnologías, adaptado a diversos factores y condicionantes propios de cada explotación agraria.
  5. Apoyos dirigidos a las pequeñas y medianas explotaciones y la agricultura familiar, que ocupan el territorio y aseguran la producción local y de temporada, potenciando los circuitos cortos,y por tanto deben ser una prioridad de la Política Agraria Común, para garantizar sus ingresos e incluso su supervivencia, respetando sus formas de producción y sus especificidades.

 

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